Luchó por ser quien era, pero las circunstancias se lo impidieron…

Tom era gay y no quería negarlo, pero la sociedad, las presiones, el miedo… lo obligaban a ocultarse. Su juventud fue un sinsentido entrando y saliendo de un armario que aparecía y desaparecía a cada momento. Su determinación por acabar con los barrotes se esfumaba cuando sus parejas le pedían, exigían, suplicaban, por aquello del qué dirán, discreción, discreción máxima, discreción hasta límites insospechados, una discreción que lo ahogaba en un terrible pozo de infelicidad.

La presión social, los tópicos hacia los homosexuales, la doble moral y el miedo a convertirse en un paria, arrastraron a sus parejas, y a él con ellas, a llevar una doble vida…

Pero, ¿se puede ser una cosa por la mañana y otra diferente por la tarde?, ¿se puede tener varias identidades utilizando una u otra según el momento?

En el fondo a quién engañamos, ¿a los demás o a nosotros mismos?

El Armario Fantasma está publicado por Éride Ediciones